TEXTO: (GENTE DE RADIO Nº 24)
CARMEN LAZO
LA DRAMATICA SITUACIÓN DE LA MUERTE DE UN PERIODISTA
El duro relato de Sonia respecto de la circunstancia de la muerte de un amigo, y su compañía a la esposa doliente en la ausencia de otras personas, hasta la llegada de la hija… la angustia de sufrir una experiencia similar, en el conocimiento de la dificultad práctica de trasladar los restos mortales de vuelta a la Patria…
(GENTE DE RADIO Nº 24) LEOPOLDO.- Sonia …, Ciro nos dice que en esta circunstancia tan penosa de la muerte de Genaro Medina, tú tuviste un protagonismo muy especial… ¿Te recuerdas cuál fue?
SONIA ROA.- Claro que sí… Cuando a nosotros se nos anunció que había fallecido Genaro y en circunstancias que estábamos nosotros preparándonos para viajar con ellos hasta Junquito, nos trasladamos a su casa en forma inmediata porque yo me preocupé mucho de mi amiga –la esposa de Genaro- que éramos muy, pero muy amigas… Yo era para ella “su muñeca”… decía que yo “era su muñequita”…
Entonces, fui a ver a mi Panchita… Ella se llamaba Francisca Gaete pero todos la conocíamos como “Panchita”… Una mujer que a los años que ella tenía, aún conservaba una belleza muy especial… una belleza madura… Era muy hermosa… Yo la conocí cuando era jovencita, la conocí a ella en una oportunidad cuando la vimos con Tito Mundt. Era realmente una mujer hermosa…
Bueno… llegamos nosotros a casa de Panchita… al departamento, allí… Había mucha gente… Don Genaro Medina ya no estaba… lo habían trasladado a un lugar donde lo estaban velando… Estaba mucha gente allí… bueno, porque estaban viendo qué se hacía… cómo se sacaban los dineros… cómo se iba a hacer para pagar todos los gastos…
Yo me acerqué… pero ellos comenzaron a decir: “Vámonos… vámonos ya”… Entre ellos, doña Carmen Lazo… ¡”Vámonos a acompañar a Genaro!, por si llega algún representante del Gobierno, porque seguramente llegará más de alguien por allá…”. Entonces yo pregunté… bueno, ingenuamente pregunte: “¿Y Panchita?”… “No ves que está allí“, me dijo Carmen Lazo … Yo no me había dado cuenta… Panchita estaba sentada al borde de una silla, al borde del suelo prácticamente, en una escalerita que tenía allí… un peldaño de la escala…
Entonces, yo le digo: “Panchita ¿ qué pasa?” … “¡Qué le va a pasar!”, me dijo Carmen Lazo. Bueno, argumenté que podría estar drogada… Carmen Lazo me espetó: “¡Que drogada… esa mujer está borracha!”
Mira, fue un impacto tan grande… fue una experiencia que no olvido… porque su expresión fue cruel… fue de una crueldad tremenda, en las circunstancias que se vivía… Seguramente ella quería mucho a su esposo, a Genaro, y seguramente le dolió por estar ella en esas condiciones… pero a mi me dolió que dijera eso de mi amiga… “Oye, ¿pero qué le están dando?”… Yo no creí lo que dijo, Carmen… “¿Qué calmante le están dando?, para continuar yo atendiéndola”.
Carmen me dijo, con una mirada incrédula y despectiva: “Bueno, lo que siempre acostumbra a tomar… dale vino…”. Yo le repuse: “Nunca, ella nunca toma vino…” “Por favor -insistió Carmen-, si esa mujer está podrida de borracha”… Enseguida se fueron… se fueron todos…
Ciro, me dijo: “¿Tú te vas a quedar o vienes conmigo “… “No, yo voy a quedarme a cuidar a Panchita”… Y me quedé, acompañándola…
Ella me preguntaba “Dónde está mi niño? –acostumbraba a llamarle“mi niño” a Genaro-, ¿dónde está mi niño, Muñequita… dónde estámi niño?” “Panchita… Genaro está enfermito… vaya a acostarse”…
La llevé hacia la cama, y ahí me di cuenta que en realidad Panchitaestaba bebida, porque se levantó y fue a buscar su botella de vino yse la consumió entera la botella… Ahí me percaté que Panchitabebía con avidez… y estuvo bebiendo durante un mes…
Yo no me aparté de ella… yo estaba con ella, acompañándole… y cuando alguien quería ir a verla… porque todos fueron a que sepultaran a Genaro Medina -yo no estuve cuando lo sepultaron… y Ciro, tampoco, porque me vino a acompañar al Departamento-… yo estaba sola con ella… Panchita dormía… solamente dormía… Cuando se despertaba… preguntaba por Genaro y por su vino…
Entonces, después, como la gente empezó a producir el rumor, el copucheo, y todo era cuestión de conjeturas y de pelambres… entonces, cuando querían ir a ver a Panchita, yo les decía: “¿Quieren venir… ah, entonces, tráiganme una botella de vino?”… El doctor que le atendió me había dicho: “No la va a sacar de ese estado hasta que su propio organismo se lo rechace” … Pregunté: “¿Y eso cuándo puede ocurrir… cuánto tiempo puede ser?” “Quince días, un mes…”, fue el diagnóstico…
Yo no me separé del lado de ella… Estuve permanentemente con ella… hasta que llegó una hija… una hija que tenía en Colombia… llegó allí, y ahí se la entregué a manos de su hija…
Después la encontramos acá… -después no volví a ver más a Panchita- hasta que una vez, de vuelta acá en Chile, la encontramos en el Café Paula… Ahí estaba ella, con muchos kilos encima…, pero, después, perdimos todo contacto…
Como te digo, eso fue… Todas esas cosas me hacían pensar: Bueno, y si me pasa a mí esto… no lo de la embriaguez… pero esto de morirse súbitamente… sin tener los medios… y bueno, ¿qué van a hacer contigo? ¿Y cómo te trasladas a Chile?… El hecho era que tenías que tener permiso para venirte muerto para acá, a tu país… Sí, porque a Héctor Duvauchelle, que mataron allá en Venezuela … a Héctor, su hermana no se lo pudo traer para Chile… no, no se lo autorizaron… ¿No es así, Ciro?
CIRO VARGAS.- Si… si ya hablamos en otra entrevista de la lamentable pérdida de un valor como fue Héctor Duvauchelle… Pepe, como se le conocía más generalmente… Claro, no fue permitido eso… él fue asesinado en las calles de Caracas, una noche…, nunca se supo quienes le provocaron la muerte… quienes lo mataron, pero como dice Sonia, no… realmente no se permitió que los restos de él fueran trasladados a Chile.
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