TEXTO: LIBRO GENTE DE RADIO

LA INGRATA EXPERIENCIA DEL PRIMER TRABAJO EN VENEZUELA
¡Solamente un día de aguante…! El primer trabajo se manifestó en un trato déspota que el Supervisor daba a todo el grupo de trabajadores… un chileno con ínfulas de amo en maltratos con sus criados…
(GENTE DE RADIO Nº 28) LEOPOLDO.- La experiencia traumática… ¡Solamente un día de aguante…! ¿Podrías explicarnos algo más de esa experiencia, Sonia …?
SONIA ROA.- Claro… ese trabajo nos lo recomendó Wilson Tapia, en cuya casa nosotros estábamos hospedados… ¡de allegaditos!… Él conocía a don Jaime Castillo Velasco y le hacía también algunos trabajos, pero supo que tenía una empresa y le pidió trabajo para unos chilenos que acababan de llegar… Así nosotros llegamos a esa empresa…
¡Oye!… nos encontramos con un chileno de capataz en esa empresa… Pero tenía tal “patudez” en el trato… que cada vez que tú ibas al baño, por ejemplo, aprovechaba de contarte las cosas que hacías en tu trabajo… Una vez Ciro se levantó al baño… él estaba a cargo de llenar unos formularios, unas fichas… unos tarjetones, una cosa así… y este personaje se acerca a su lugar de trabajo y comenzó a contar lo realizado… Luego anotó algo en un papelito y tomó la hora… Y registró el tiempo… las tarjetas que había hecho… y así, de esa forma trataba este fulano a los trabajadores … ¡a todos, por igual!
Oye, y aparte de eso no aceptaba ningún ruido, ninguna música… nadie podía conversar… ¡Nadie…nadie…nadie …! Todos teníamos que estar con la cabeza abajo haciendo el trabajo… Ni una música, ni una palabra podía oírse… Por el contrario, vociferaba: “¿Cuánto te falta para completarlo?… Mira la hora que es, ¿y ya vas a salir del trabajo?… porque este trabajo hay que sacarlo en el día…”.
¡Era una forma que nunca aquí en Chile yo había visto!
Y fíjate tú, que por extraña coincidencia… cuando nosotros regresamos aquí a Chile, tuve la oportunidad de encontrarme con este señor… Aracena… don Juan Aracena… nada menos que en una conferencia que había sobre los Derechos Humanos… ¡Fíjate!
Nosotros… yo me acerqué a este tipo… durante el cóctel que siguió a la conferencia… tuve especial interés en encontrármelo… Estaba él allí y nosotros con Cirito nos acercamos al señor a recordarle quienes éramos nosotros… Y fuimos donde estaba él… y nos saludó: “Hola, Ciro, ¿cómo estás?”…
Entonces le dije: “¡Ahora tiene usted tiempo para saludarme!… porque cuando llegamos a trabajar a su empresa, usted lo primero que hizo fue mirar el reloj… decirnos que habíamos llegado diez minutos atrasados y que por lo tanto teníamos que salir diez minutos más tarde, porque el trabajo había que completarlo en el día”… ¡Ah, sí…!”, fue su respuesta. “Sí, pues, así era usted de negrero…” “¡Así es cómo se debe trabajar!”. Entonces le repuse: “¡Claro, sobre todo cuando eran ilegales, y no podíamos reclamar de los bajos sueldos… ni el trato… ni que se nos contara las horas que ocupábamos en ir al baño…”.
Oye…¡se quedó de una pieza!… Mejor no haber respondido él: “¡Que tiene buena memoria!” … “Pero es que esas cosas no se olvidan… y ahora que estamos en una conferencia de Derechos Humanos, corresponde recordarlo…¡con mayor razón!”.
LEOPOLDO.- ¿Y cómo era el personaje? ¿ alto, flaco, bajo, gordo… mal agestado? ¿Y en qué lo encontraron en Chile… ¿escuchando la conferencia o participando de alguna organización?
SONIA ROA.- Escuchando la conferencia… estaba, también en el público así como nosotros… ¡Mira, era un tipo alto, con lentes de poto de botella, una cara gorda, ojos embutidos hacia adentro… tenía un aspecto más de oriental… A mí me pareció un tipo de aspecto feo ¡y muy poco amigable…! Bueno, imagínate… ni con los chilenos tenía un trato especial y después, ir a participar aquí en Chile en un seminario –creo que se había venido ya con su familia- sobre Derechos Humanos…
Cuando llegamos a casa, nosotros, luego de nuestra traumática experiencia… cuando llegamos a casa de Wilson, éste estaba entusiasmadísimo por conocer cómo había sido la experiencia en nuestro primer día de trabajo… porque –no te olvides- él nos había recomendado… Titubeamos un poco si le contábamos o no lo hacíamos… ¡pero, bueno, teníamos que darle el resultado del primer día!
Y cuando le dijimos… le contamos eso… mira, a Wilson se le iban desorbitando los ojos y dijo: “Por nada del mundo ustedes se van a presentar mañana y como yo tengo que conversar con don Jaime, yo le voy a contar esta experiencia de ustedes y que ponga reparo en eso, porque este hombre está actuando contra la ley… Porque en estos tiempos no puede estar un negrero así, maltratando a la gente… ”.
LEOPOLDO.- Ojalá que la diligencia de Wilson haya resultado bien, porque me imagino que ustedes no tuvieron ocasión de verificar qué pasó… ¿Después de ese mal día, Ciro… qué continuó?
CIRO VARGAS.- Nada más que el regreso a casa y consolarnos allá en la conversación con Wilson, que siempre estaba de muy buen humor y afable siempre, y la recepción que nos brindaron en su casa fue especialmente amable y eso nos hizo olvidar la experiencia vivida en la mañana…
Have something to add? Share it in the comments.