Radio Arcoiris

SERGIO HERNÁNDEZ, INTRANSFERIBLE MANERA DE SER

TEXTO:  ALICIA ROMERO

SERGIO HERNÁNDEZ,

INTRANSFERIBLE MANERA DE SER

Sergio Hernández Romero (Chillán 1931 – Chillán 2040), profesor y poeta. Hijo de Armando Hernández, administrador de haciendas en Bulnes y de la señora Aurora Romero, hija de española, nueve hermanos, de los cuales, él era el menor. Su infancia y juventud se desarrolló entre el campo familiar “Los varones”, cercano a San Ignacio y en Chillán. Estudió en una escuela del barrio desde 1938, cercano a su casa, ubicada en Sargento Aldea Nº 128, en la Escuela Nº 8 y la Escuela México de Chillán, donde comenzó sus escarceos literarios. Las Humanidades las cursó en el Liceo de Hombres (1949). Sus estudios superiores los realizó en el Pedagógico en Santiago (195-4), egresando como profesor de Estado en Castellano. Posteriormente, fue becado en España, por el Instituto de Estudios Hispánicos, durante un año, estudiando en la Universidad Central de Madrid. Trabajó en las ciudades de Chillán, Valdivia, Valparaíso y Antofagasta, para la Universidad de Chile en Chillán y Antofagasta cursando las cátedras de Literatura General, Medieval, Española Clásica y Chilena. También hizo clases en los Liceos, de Hombres de Chillán y el Nº 2 y Nº 3 de Valparaíso.

La obra escrita que nos ha legado esta voz lírica es la siguiente: Canto de pan (1959); Registro (1965, con Prólogo de Pablo Neruda); Últimas señales (1979); Adivinanzas (1998-2009) Quién es quién en las letras chilenas. Sergio Hernández (1981); Quebrantos y Testimonios (1993) y Me persigue Chillán, en coautoría (1995). Participo en varias antologías poéticas, siendo la primera de ellas cuando era estudiante del Pedagógico. Escribió para las revistas Trílce, Orfeo, Portal, Arúspide, Tebaida, L y L, y Atenea. Recibió varios reconocimientos a su trabajo, sobresaliendo el Premio FECH 1954, el Premio Municipal de Extensión Cultural de Chillán en 1968 y la incorporación a la Academia de la Lengua en 1982. En su periplo de las letras, Hernández, estuvo en contacto en Chile como en Europa, con grandes escritores y poetas como: Alexaindre, Alonso, Cardenal, Neruda, Scarpa, Latcham, Oyarzún, Labarca, Alone, Lastra, Teiller, Calderón, Valle, Rubio, Hann, Sabella, Parra y muchos más.

Con su sobrina, Marta Salinas Hernández reflexionamos que, a lo largo de su vida el poeta vivió experiencias extremas, perdió a su padre a los seis meses y a su madre a los dieciocho años. Experimentó también, los dos cataclismos más grandes que tuvo Chile en el siglo XX, el Terremoto de 1939, del cual guardaba vívidos recuerdos y el Terremoto de Valdivia de 1960 y hacia fies de 1967, estuvo muy grave su salud, siendo salvado por médicos chillanejos. Respecto de su vocación, Neruda le aconsejaba diciendo: “ debes sacarte el adoquín pedagógico de encima”. El vate amigo, le sugería dedicarse a escribir a tiempo completo, pues conocía el talento del chillanejo. Ambos compartieron en el grupo “La Bota” en Valparaíso. Sin embargo, Hernández y su intransferible manera de ser, lo llevó a construirse su propio destino, eligiendo a natal Chillán, para trabajar y vivir, versus la opción cierta de irse a Estados Unidos.

En Chillán, a él se le veía a menudo escribiendo en una mesa del restaurant de la Estación de FF.CC. La Estación, fue uno de sus refugios, del cual me aventuro a señalar que ese sitio, tal vez lo anclaba a la historia del único sueño que tuvo con su padre y por ser el lugar donde le dio el último beso en vida a su madre.

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