Texto: Amanda Fuller
MAESTRA DE MI INFANCIA
Hermoso recuerdo y homenaje a tanto Maestro que pasó por la vida de cada cual. Nombrar algunos no significa olvidar a otros. Todos sembraron en el alma su semilla y forman parte de lo que más tarde floreció en nuestro Ser.
Deduzco que me habría gustado ser Maestra, tener conmigo esas miradas ansiosas de comprender, como un jardin que espera el agua que les permitirá crecer…
Nunca olvidé un pequeño poema que repetí durante varios años en en el día del Maestro.
Creo que su autor o autora nunca se conoció. Nacía en muchas ocasiones de alguna de ellas: Las virtuosas de la Escuela N* 5 de Chillán Viejo.
Transcurridos al menos siete décadas me emociona tenerlo en mi mente y elevarlo como una plegaria de gratitud por todo lo que aprendí allí.
«Maestra de mi infancia
que formas en mi alma
hermosos sentimientos
de amor y gratitud.
Te digo mi cariño
con la palabra buena
que pusiste en mis labios
con la idea del bien.
No quiero que te alcance
el mal ni el desengaño
rogamos al destino
que seas muy feliz.
Y somos todas una
para decirte en coro
¡que toda nuestra vida
te amaremos igual.!»
Donde quiera se encuentren o quien tenga vocación de Maestra, va esta modesta reflexión para vuestras páginas.
Amanda
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