Radio Arcoiris

UNA AMIGA QUE CUMPLE 100 AÑOS Por Enrique Fernández

TEXTO:  ENRIQUE FERNANDEZ

UNA AMIGA QUE CUMPLE 100 AÑOS

Por Enrique Fernández

 

RADIO ANTIGUA

Una gran amiga suya y nuestra cumple 100 años. Una amiga que está junto a usted cada vez que la llama, de día, de noche y en cualquier lugar. Es la radio.

Una amiga confiable, como lo afirman todos los sondeos de opinión pública que la mantienen entre las instituciones con mayor credibilidad, por sobre la televisión, los diarios, las revistas y, desde luego, las redes sociales.

El Centro de Estudios Público (CEP), en su última encuesta publicada en abril, situó a la radio en segundo lugar con una aprobación del 51% solo superada por la Policía de Investigaciones que obtuvo el 53%. De este modo, el CEP reafirmó el prestigio que tiene este medio desde hace más décadas.

Y en Chile todo comenzó hace exactamente 100 años, el sábado 19 de agosto de 1922.

Hacía frío esa noche y parecía que iba a nevar. Sin embargo, doscientos invitados se congregaron, expectantes y curiosos, en el hall central del diario “El Mercurio”, que entonces alzaba su imponente edificio en la esquina de Morandé con Compañía, pleno centro de Santiago.  

Unos y otros se preguntaban si resultaría ese portentoso experimento. La invitación decía que iban a escuchar, reunidos allí, una transmisión experimental de “telefonía sin hilos”. Una transmisión milagrosa procedente de la Casa Central de la Universidad de Chile, situada en la Alameda, a casi un kilómetro de distancia de “El Mercurio”.

Y para sorpresa de todos, la emisión comenzó con la marcha «It’s a long way to Tipperrary» (Un largo camino a Tipperrary), que fue el himno de los aliados durante la Primera Guerra Mundial. Más de alguien creyó en ese momento que los sones marciales provenían de una victrola escondida tras el telón que presidía tan extraordinario encuentro social.

El asombro aumentó cuando después vinieron…  un dúo de violines…, un comentario de actualidad de Rafael Maluenda en la voz de un improvisado locutor…, una lectura de noticias del diario… y una canción a cargo de “la señorita María Ramírez Arellano, ex alumna sobresaliente del Conservatorio Nacional de Música”.

ANTIGUO EDIFICIO EL MERCURIO

Al día siguiente –domingo 20 de agosto-, “El Mercurio” relataba el evento en estos términos:

«Numerosa era la concurrencia que a las 09:30 horas de la noche ocupaba el hall central de nuestra Imprenta, para percibir allí el concierto que se iniciaría minutos después en la Universidad.

El aparato receptor fue instalado en el segundo piso, fue conectado al micrófono (fabricado con un teléfono desarmado), que. provisto de una bocina, funcionaba a pocos metros de la escalera.

Cada número fue seguido con interés en su desarrollo, y al término de cada uno la concurrencia saludó con entusiastas aplausos el éxito alcanzado en la audición de radiotelefonía».

ENRIQUE SAZIE 1897-1988

Artífices de aquel milagro fueron el ingeniero Arturo Salazar, amigo del inventor Tomás Alba Edison y profesor de la Universidad de Chile, y el estudiante de Agronomía Enrique Sazié. Fueron ellos quienes construyeron el primer transmisor de radiotelefonía, fascinados por los avances tecnológicos de los que tenían noticias a través de publicaciones extranjeras especializadas.

Para fabricar el transmisor que se conectó con “El Mercurio”, el profesor y su ayudante utilizaron parte de un equipo de radiotelegrafía dado de baja por el Batallón de Comunicaciones de Santiago. El batallón, a su vez, había recibido ese instrumental dado de baja por los alemanes cuando terminó la Primera Guerra Mundial. La potencia de este primer transmisor era de 50 wats, pero como no se conocían los parlantes, para que la gente escuchara el programa en el hall del diario, se usó un fono de radiotelegrafía acoplado a la bocina de una victrola “Pathe”. Así nació en Chile la radiotelefonía, que a diferencia de la radiotelegrafía, no transmite los golpecitos del código Morse sino el sonido de la voz y la música.

Hoy, 100 años después, usted lleva la radiotelefonía en su bolsillo o su cartera. Porque su celular no es otra cosa que un transmisor radial. Y también, como si fuera poco, su teléfono es un receptor de ondas de frecuencia modulada.

En 1922 Santiago y su medio millón de habitantes no disponían de más de 200 receptores, porque eso era un lujo al alcance de unos pocos. Su precio variaba entre los 200 y los 350 pesos. Hoy se calcula que existen más de dos receptores por cada uno de los 19 millones de habitantes del país.

Las páginas de la historia de la radio en Chile contienen nombres que provocan nostalgia entre las generaciones mayores. Entre ellos, los cantantes argentinos Alberto Castillo o Libertad Lamarque, que actuaban en los grandes shows de radioemisoras como Cooperativa, con su salón auditorio en la calle Bandera. También, cultos locutores como Pepe Abad (“El repórter Esso”), Raúl Matas (“Crónicas en camisa”), Mirella Latorre y Sergio Silva. En el campo de noticias surgieron connotados periodistas radiales como Luis Hernández Parker (Cooperativa y Portales), Mario Gómez López (Radio Minería), Tito Mundt (Radio Nuevo Mundo) y Hernán Millas (Radio Santiago).

En tiempos de dictadura, radios Cooperativa, Santiago, Balmaceda y Chilena cumplieron un rol decisivo en denunciar las violaciones a los derechos humanos y se convirtieron en la voz de los perseguidos. Por eso, sus ondas fueron clausuradas en más de una oportunidad.

Es la trayectoria que comenzó con un transmisor artesanal y hoy se refleja en el medio de comunicación más confiable. Tanto, que cuando sentimos un temblor, lo primero que hacemos es… encender la radio.

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