Radio Arcoiris

LA BANDERA ULTRAJADA Por Enrique Fernández

TEXTO:  ENRIQUE FERNÁNDEZ

LA BANDERA ULTRAJADA

Por Enrique Fernández

En brazos de la primavera viene llegando septiembre, anuncia una antigua tonada chilena, al saludar la alegría de las fiestas patrias que este año tendrán un largo feriado de cuatro días. Y entre los sones de cumbias, salsas y rap, flameará la bandera chilena, ultrajada una vez más.

La Ley de Seguridad del Estado establece en su artículo sexto que cometen delito “los que ultrajaren públicamente la bandera, el escudo o el nombre de la patria”. Es lo que hizo el grupo musical travesti “Las Indetectables”, el domingo 28 de agosto en Valparaíso. Tan grande fue el ultraje y el escándalo, que el Gobierno pidió no difundir los videos donde aparece un muchacho con el pabellón patrio en su trasero, en una aparente escena de aborto.

La Fiscalía inició en Valparaíso una investigación de oficio, pero el Presidente Gabriel Boric no quiso invocar la Ley de Seguridad del Estado para castigar la ofensa, como lo pide la oposición. Los jóvenes travestis, por su parte, se bajaron sonrientes del escenario, después de gritar a todo pulmón que querían provocar polémica. Y lo lograron.

Empeñados en cuestionar el sistema y apoyar la opción del “Apruebo” a una nueva Constitución, los tres miembros del grupo anarquista demostraron ser herederos de una educación degradada, con alumnos que incendian sus colegios y profesores que sienten miedo de sus estudiantes.

“Las Indetectables”

Si asistieron a clases de Castellano, “Las Indetectables” quizás no conocieron un poema de Víctor Domingo Silva, que encierra toda una declaración de amor, y que el poeta tituló “Al pie de la bandera”. En una de sus estrofas dice:

¡Ciudadanos!
Que no sea la bandera en nuestras manos
ni un ridículo juguete, ni una estúpida amenaza,
ni un hipócrita fetiche, ni una insignia baladí.

Si asistieron a clases de Historia, ¿se habrán emocionado con el Combate Naval de Iquique y aquella arenga del capitán Arturo Prat, para que la bandera permaneciera en lo alto de la corbeta “Esmeralda?

“Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero no sea ésta la ocasión de hacerlo –dijo Prat a sus hombres-. Por mi parte, os aseguro que mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar… y si muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber”.

La “Esmeralda” se hundió frente a Iquique, sin arriar su bandera, el 21 de mayo de 1879. Tres años después, los 77 jóvenes soldados que libraron la Batalla de la Concepción, en territorio peruano, prefirieron morir antes que arriar su bandera y rendirse, los días 9 y 10 de julio de 1882. Por eso el 10 de julio de cada año los nuevos soldados prestan su juramento a la bandera, donde aceptan “rendir la vida” antes que arriar el pabellón.

Son otros tiempos los nuestros, donde lo que estaba prohibido se va insertando dentro de la normalidad sin que nadie se sorprenda. Por eso en las calles circulan cientos –si no miles- de autos y motos sin patentes. Por eso tres de cada diez pasajeros del transporte público no pagan su pasaje. Por eso cada día nos despertamos con nuevos tiroteos, asaltos, “encerronas”, “portonazos” y “turbazos”. Por eso hay políticos de derecha que se corrompieron y políticos de izquierda que los imitaron. Y la vida sigue igual.

Dentro de esta normalidad digna del teatro del absurdo, el ultraje a la bandera en Valparaíso no fue el primero de estos tiempos. Hace cuatro años, el 29 de septiembre de 2018, el entonces Presidente Sebastián Piñera visitó Estados Unidos y le llevó al Presidente Donald Trump un insólito regalo: Era el dibujo de una minúscula bandera chilena incrustada en una enorme bandera norteamericana. Chile aparecía de este modo como un nuevo estado, agregado a las 50 estrellas de los estados que forman la Unión estadounidense.

Presidente Sebastián Piñera visitó Estados Unidos y le llevó al Presidente Donald Trump un insólito regalo

Fue vergonzoso, como la performance de Valparaíso, pero los sectores conservadores que apoyaban el Gobierno de Piñera no pidieron que se aplicara la Ley de Seguridad del Estado. Prefirieron guardar silencio, porque hace 49 años aplaudieron las imágenes de la bandera hecha jirones en medio de las llamas, cuando la Fuerza Aérea bombardeó el Palacio de La Moneda la mañana del martes 11 de septiembre de 1973.

Y hasta las generaciones más jóvenes, incluidas “Las Indetectables”, saben que Chile no estaba entonces “en el corazón de Estados Unidos”, como pensaba Piñera. Nuestro país estuvo en los planes del Presidente Richard Nixon para hacer “crujir la economía” chilena y en los millones de dólares conque Washington financió la subversión contra el Presidente Salvador Allende.

El escritor y compositor musical, Patricio Manns, escribió una canción sobre la influencia del imperio norteamericano en el resto del continente. La letra habla de un cuervo que llegó volando desde el norte, para robar las riquezas de los países del sur. Y en sus versos denuncia cómo ese pájaro de rapiña limpió la sangre de sus manos con el pabellón nacional:

“Se limpió las dos manos con mi bandera

y no faltó en mi patria quien aplaudiera,

porque hay desventurados que por migajas

besan la bota sucia que los ultraja”.

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