Radio Arcoiris

PORFIANDO POR LA CARRERA DE LAS ARMAS… Gente de Radio

PORFIANDO POR LA CARRERA DE LAS ARMAS… RECHAZADO EN LA AVIACIÓN, POR PROBLEMAS DE VISIÓN, Y EN CARABINEROS “POR SER MUY CHICO PARA OFICIAL” …

 

 

La solidaridad de conscriptos del Regimiento Chillán, que le donaron sangre en penosa enfermedad, hizo su conscripción voluntaria y porfió, luego, por ingresar a la Escuela de Aviación y a Carabineros; afanes no logrados por problemas de visión y estatura necesaria “para ser Oficial”…

(GENTE DE RADIO N.º 31) LEOPOLDO.- “Gente de Radio”… estamos conversando con el periodista Ciro Vargas Mellado…

Ciro… hemos conversado bastante sobre Venezuela y es posible que volvamos a tomar el tema más adelante… pero ahora retrocedamos y conversemos sobre algunas de tus actividades como Director de “Radio La Discusión”,  en Chillán…

CIRO VARGAS.- Antes de asumir ese cargo, yo había conocido en mis afanes como locutor, cuando empecé en esa radioemisora, a un muchacho que había pasado posteriormente a desempeñarse como “radio-operador” en la emisora… Le decíamos “el Pichón”… “el Pichón de Poeta”… porque el poeta era Benjamín Velasco Reyes, una persona conocida y destacada en el ámbito cultural y literario de Chillán y del país… Él era redactor del diario “La Discusión”… Allí trabajaba… y allí conoció al muchacho éste y le pareció simpático… y el trato amable y cordial del niño lo cautivó … y le dijo amistosamente: “Tú eres… Pichón de Poeta”… y le regaló su libro de versos…¡y qué se yo!… Y entonces quedó bautizado de esa manera…

Pasó el tiempo… el “Pichón” dejó de trabajar en la Radio… yo seguí en lo mío… bueno, y cuando yo era Director de la emisora, en algún momento recordamos esa circunstancia… Se me produjo una perforación de una úlcera que yo ni sospechaba que tenía, porque los médicos no habían sido lo suficientemente claros, pero tenía una úlcera gástrica que se perforó y provocó, entonces, una hemorragia tan tremenda que estuve prácticamente en las puertas de la muerte.

Fui a dar, ya casi agónico, al Hospital de Chillán y allí –bueno, todo el trámite posterior y las angustias y las preocupaciones- me acuerdo que se recordaba con cierto ánimo festivo que había a veces una delegación de conscriptos del Regimiento esperando en las puertas del hospital… ¿Por qué? … porque a través de la radio se había pedido sangre “para este servidor” y del Regimiento pareció lo más indicado mandar a un grupo de soldados a entregar sangre para mí, porque tenía que ser sometido a una operación urgente…

Ahora, lo curioso de esto, es cuando el destino o Dios está disponiendo las cosas de otra forma… Yo, como digo, vivía con mi madre en ese tiempo, y estaba soltero, y fui llevado al hospital con el consentimiento de ella porque se le preguntó: “Mire, este hombre, va a morir si no se le opera y puede que muera, si se le opera” … Entonces estaba de turno el doctor… era el doctor Oscar Martínez Castro… un hombre que recuerdo con especial cariño porque gracias a él estoy ahora conversando contigo…

Bueno, era un día sábado… No había nadie más que él, de turno en el hospital… él era traumatólogo y “le llegó este regalito allá”… Le dijeron: “Este hombre se está muriendo, ¿qué se hace con él?”… Bueno, él se atrevió a operar … Y ¡aquí estoy! Hizo la operación… y ahora, lo pintoresco de esto  es que, después de estar tan grave… Y esto duró una semana… y la gente, los amigos, iban a inquirir información, a ofrecer buenas palabras de recuperación…

Bueno, y “el Pichón” apareció en ese momento por allá, a visitarme… Él ya estaba dedicado a otras actividades y había dejado de ser –hacía mucho tiempo- radio-operador de la radio y estaba dedicado a la venta de artículos de la línea blanca. Había pasado, incluso, por mi casa alguna vez a saludarme…

Pero el hecho concreto es que llegó en esa ocasión… y yo estaba recuperándome en el Hospital… Estaba todavía muy ausente, mentalmente…, No manejaba bien las ideas… estaba un poco más tonto de lo habitual… Entonces me dice: “Oiga, don Ciro, usted … -porque tenía una sed tan grande, y yo veía esa bolsa del suero que a uno le colocan para alimentarlo … yo la veía como una gran bola de nieve que se deshacía y la sed loca por apropiarme de eso- … entonces me dijo, el Pichón, le proporciono un refrigerador … ”¿Y para qué?”, creo haber preguntado… “Bueno, yo se lo voy a dejar a la casa cuando usted llegue allá y así tenga hielo… y tenga agua fresca… ¡mire, no estaría mal eso…!”

Bueno, abreviando la historia, me ha metido en este lío y (risas) me ha hecho firmar los papeles de la venta y cuando ya recuperado me dan de alta y regreso a mi casa, encuentro allí un refrigerador. Yo ni me acordaba de esa historia… Mi pobre madre, me dijo: “Hijo, vino un hombre a dejar esto… ¿qué pasa con esto?”

Allí había un refrigerador que yo había adquirido en absoluta inconsciencia, pero la habilidad del vendedor quedaba demostrada, al extremo que poco menos que le había vendido este instrumento a un semi cadáver…

LEOPOLDO.-  Fue más que “un Pichón de Poeta”, entonces…

Tu relato menciona la generosidad –a lo mejor forzada para algunos- del contingente militar que ayudó con su sangre a mantenerte vivo… ¿Cuál fue tu experiencia particular… Tú hiciste el Servicio Militar… anduviste en esos afanes, o no?

CIRO VARGAS.-  ¡Síii…! Hice mi Servicio Militar y lo hice voluntariamente… porque cuando, después de haber terminado mis estudios en el Liceo, llegó el momento en que había que tomar decisiones  respecto del futuro… ¡qué iba a pasar ! 

Yo estaba, curiosamente, enamorado… más que por decisión propia, por sugerencia, por insinuación, por entusiasmo de mi cuñado que era Oficial de Ejército… Entonces, me decía: “¡Qué lindo sería que te incorporaras a la Escuela de Aviación!”. Y así me fue entusiasmando… me puse a leer, me regaló libros… Total: me entusiasmé con la historia ésta… con la posibilidad de ingresar a la Escuela de Aviación.

Pero previo a eso tenía que hacer el Servicio Militar y en esa época, en ese tiempo, existía el Servicio Militar para Estudiantes, que se hacía en los meses de enero, febrero y marzo… entonces, durante el período de vacaciones… Me inscribí y me llamaron a hacer el Servicio Militar aquí a Santiago… Lo hice en el glorioso Regimiento Tacna, que ahora ya no existe en el lugar donde funcionaba  en ese tiempo, en esa época… Y estuve esos tres meses haciendo mi Servicio Militar con el mayor fervor…

Cumplí con todas las exigencias y hasta un castigo me dieron en una oportunidad por un atraso en recogerme un día domingo… Yo no tenía donde ir, porque yo no tenía aquí en Santiago una familia… excepto un amigo, cuya familia me acogió y yo podía ir allí el día domingo o los días que nos daban “franco”, como se llama, y disfrutaba de un almuerzo diferente a la magra comida o alimentación del Regimiento…

Y entonces, una vez me retrasé en el regreso y me castigaron y tuve que permanecer una noche entera tirado sobre unos adoquines, ahí, vigilando a los caballos… porque el Regimiento era de artillería montada… Y eran veinticinco hermosos caballos que permanecían atados por un collar al muro y los que estábamos de guardia teníamos que darles la avena, cambiarles el agua, pasarles el escobillón cada cierto rato.

Y… lo más preocupante… que teníamos que estar retirando cada  cierto rato los excrementos de estos caballos, que parece que lo hacían con especial mala voluntad, porque a cada rato estaban ensuciándose… Y entonces había que estar con una pala y un instrumento, ahí… barriendo… amontonando y retirando el excremento de los caballos…

Y había dos – éramos tres los que estábamos de guardia- que nos turnábamos para hacer un poco la maña y uno quedaba observando que no viniera el Sargento, el Cabo, ¡o qué se yo! o uno de los Jefes… y nos poníamos a dormir… un ratito, siquiera… pero, tirados sobre la piedra de huevillos que estaba ahí en el piso… próximo a las caballerizas… Y eso fue mi experiencia… Después, cumplí mi Servicio Militar y me retiré con el Grado de Oficial de Reserva … ¡Ésa fue mi hazaña como uniformado!

LEOPOLDO.- ¿No había intención de hacer tu Servicio Obligatorio en la aviación?, ¿qué pasó con eso?

CIRO VARGAS.- Eso era el Servicio Militar previo, un argumento más que servía para la postulación posterior a la formación militar… Bueno, vine… me presenté a rendir examen a la Escuela de Aviación, accediendo a ser después un Oficial de la Aviación… ¡Quedé en el camino…!, porque me dijeron que tenía una falla en la vista… Según recuerdo vagamente que lo bautizaron como discromatopsia, la falla que yo tenía… Parece que confundía los colores… algunos colores…

E incluso, traté de hacer una trampita cuando estaba cumpliendo el examen: Había unos ataditos de lana de diversos colores… entonces te pedían “separar todas las tonalidades azules que usted ve aquí…”. Después:  “Separe todas las tonalidades naranja que ve aquí…”. Después… en fin… Entonces, usando unos papelitos de colores…”pinche aquí”… todos los colores… como una manera de apreciar si se distinguían los colores…

Salió el examinador –por algún motivo llamaron al médico desde afuera y yo quedé solo- . Entonces aparté la hoja, porque debajo de ella estaban indicados cuáles eran los colores auténticos… y entonces comencé a pincharlos, tratando de hacer esa trampita, y el médico algo sospechó, y me dijo: “¿Y usted pretende engañarme”? … “Doctor –le dije-, yo he venido con un esfuerzo enorme… mi madre muy preocupada que estaba en Chillán  – y eso era verdad, porque ella cifraba sus esperanzas en que yo siguiera alguna carrera- y entonces aquí me están encontrando algunas fallas…”.

“Mira, muchacho, no sacaría nada con darte el pase porque te matarías en alguna aventura por allí, si acaso desde el aire tienes que resolver aterrizar o no en un determinado terreno que tú vas a ver de un color. Y en vez de ser un lugar donde puedes descender en un avión, es un pantano donde vas a estrellarte”…

Así es que, con argumentos como ésos.., ¡arriesgarme el pellejo…!, no insistí más… y quedó en el camino la inspiración de ser Oficial de la Aviación…

Después, lo intenté en Carabineros, y me dijeron “¡No… usted es muy chico para ser Oficial de Carabineros!” Y ahí también terminó mi aspiración de ser uniformado … 

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